Después de varios meses de tener a nuestros pies encerrados en botas, deportivas, zapatos, etc., es una liberación poder andar con calzado que los deja respirar. Aprovecha cada momento que puedas para andar descalzo, articulando el pie a conciencia, reposando cada dedo en el suelo, sintiendo su contacto. Caminar por la arena de la playa refuerza los músculos, tendones y articulaciones del pie y tobillo.
Pasear por la orilla del mar, nadar o simplemente flotar en el agua salada relaja los músculos. El yodo del agua favorece la recuperación de lesiones. La rehabilitación en agua de mar suele ser más rápida que en una piscina.
El agua de mar contiene yodo, zinc, potasio y oligoelementos que aportan grandes beneficios a nuestra piel y cuerpo en general.
Hidrata la piel de tus pies con asiduidad aprovechando la aplicación para realizar un masaje insistiendo en la planta del pie. La sensación de placer es intensa y tus pies te lo agradecerán.
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